Argentina es un país latinoamericano que recibió a millones y donde siguen residiendo miles de emigrantes. Es un país que extiende la mano a los ciudadanos que tienen su patria en problemas.
Pero a sus conciudadanos los está condenando a la pobreza. Su cultura política sigue la mala costumbre de ser luchadora social, de odio y amor al imperio americano y británico, así como también una profunda devoción al estado benefactor europeo.
Actualmente hay leyes que demandan beneficios sociales al empleado, de tal modo que el empleado entrega 17% de su sueldo al estado apenas cobra, y después un 21% de IVA, sin contar que la empresa paga alrededor de 10% de tu sueldo a los gobernantes, sin contar otros impuestos que hacen llegar alrededor del 40% de reducción de los sueldos por el estado. Y los empleos de menos remuneración cobran su sueldo en “negros”, es decir, en un mercado laboral sin beneficios; teniendo así menores garantías laborales por lo que son vulnerables antes sus jefes.
Lo que quiere decir, que la alta presión tributaria de esta Argentina socialista que busca ayudar al pobre, le hace de un mundo cuesta arriba; primero darle una vulnerabilidad laboral y si logra salir de ese 50% más pobre que trabaja en negro, va pagar más de 40%, siendo esto un excelente mecanismo para hacerle difícil al pobre salir adelante.
A su vez, esta pobreza y una mentalidad distributiva de la riqueza, en vez de generadora de riqueza, crea resentimiento y odio al trabajo, que se traduce en más votos al socialismo.
Por eso escribí este artículo, para que muchos de ellos reflexionen, que el peronismo de Macri o Cristina, apuntan por lados distintos al mismo desastre, uno apuntaba a regalar todo para que la presión tributaria haga pobre al rico y el otro a que el pobre no pueda salir de la pobreza.
Ya basta, Argentina necesita libertad, bajo gasto público y baja presión tributaria, para que los que laburamos podamos salir adelante.
Por: Hector Girón Cicoira