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chavez no era lider era extorsionista profesional

Chávez No Era Un Líder, Sino Un Extorsionista Profesional

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Seguramente, muchos de los que están leyendo esto ahora mismo, habrán escuchado aquella famosa máxima popular venezolana que reza lo siguiente: “Chávez era un gran líder”. La pronuncia todo el mundo, ¿verdad?, chavistas y opositores, hombres y mujeres, jóvenes y viejos… Es como si unos números lo dijeran todo, como si lo que dice el CNE puede más que el sentido común y la experiencia de casi dieciocho años de comunismo chavista.

El talento para la cháchara de «El Comandante» no le sirvió de mucho para convertirlo en un líder con una gran masa de seguidores fieles muy representativa frente a la masa opositora, que también ha sido voluminosa y casi siempre ha representado alrededor de la mitad de la población; y ni que hablar sobre los ni-ni y abstencionistas, que igualmente han sido siempre un grupo bastante grande. Porque, en general, los líderes populistas se valen de la propaganda, los fraudes electorales y el control de las instituciones para mantenerse en el poder. En condiciones transparentes, Chávez no le hubiese podido ganar a Rosales en 2006 y mucho menos a Capriles en 2013.

Explicando la extorsión

El clientelismo político siempre ha existido, tanto en Venezuela como en todos los países del mundo, pero Chávez lo llevó a otro nivel, incluso hizo lo que todos los dictadores comunistas hacen: convertir ese clientelismo en chantaje.

Todos hemos atestiguado cómo se ha utilizado la presión psicológica constante sobre los trabajadores públicos, desde la famosa Lista Tascón (2003), hasta la lista descarada del CNE en base a la recolección del 1% de firmas como primer paso para activar el Referendo Revocatorio en 2016. Pero no sólo eso, sino los abusos psicológicos contra las personas beneficiarias de los planes sociales bolivarianos, a quienes las amenazan con quitarles el beneficio si no asisten a mítines políticos rojos  o si no votan por ellos.

Recuerdo a familiares míos, empleados del Ministerio de Educación, yendo a una marcha de «el azul es de Chávez» (la campaña del PPT para las presidenciales de 2006) por orden expresa del entonces ministro, Aristóbulo Izturiz, y si no iban, serían penalizados o despedidos. Un par de años después, uno de esos familiares míos se negó a plasmar su firma en un documento bastante cuestionable, por razones éticas relacionadas con su postura política, y de inmediato fue confinado a trabajar en uno de los sótanos de la sede principal del Ministerio de Educación (situada en la Esquina Salas del Centro de Caracas), en condiciones infrahumanas: junto al cuarto de la basura y sin aire acondicionado.

Por cierto, ¿alguien se acuerda de los autobuses? Han sido el método tradicional de traslado de los clientes del gobierno desde sus inicios para llenar sus convocatorias populares, y, claro, ahora que no tienen plata para contratarlos y llevar a miles de personas desde el interior del país hasta Caracas, sus mítines lucen vacíos.

Chantaje moral y mercantilismo

El medidor de gasto público se descontroló tanto durante la época de Chávez, que de seguro ahora se nos haría imposible imaginar las cifras reales de las deudas que vinieron como consecuencia. No sé cómo se pudo gastar tanto dinero en políticas y burocracia que, como era de suponerse, terminarían contaminadas por la ingente corrupción. Estos programas crearon una base de clientes que en muchos casos no se identificaban con Chávez; Mercal es un ejemplo clarísimo. De ahí el que ahora las misiones sean instituciones intocables hasta el punto en que el gobierno se ha visto con el poder de utilizarlas también para el chantaje moral.

El millón de venezolanos que se han ido del país no lo han hecho precisamente por amor a Chávez, ni siquiera los boliburgueses que están invirtiendo todo lo que se han robado en Estados Unidos, España y Panamá. Si se pudiera hablar a consciencia sincera con ellos, dirían que siempre los ha movido el dinero y no un sentimiento profundo hacia un ideal o hacia un líder. Y ni qué decir sobre los negocios con los chinos, las concesiones a empresas creadas para lavar capitales, y el narcotráfico, de ninguna manera pensados con amor hacia El Comandante, sino a la plata.

¿Es necesario que hable del término “patria”, utilizado para chantajear moralmente a los ciudadanos haciéndoles entender que los “escuálidos” no sienten amor o se identifican naturalmente con el país en que nacieron, o lo deducen ustedes mismos?

Fraudes electorales

Mucha gente no se acuerda de la época en que Chávez y Álvaro Uribe Vélez eran panas y colaboraban bilateralmente, pero yo si me acuerdo, y también me acuerdo que entonces entraron miles de colombianos a Venezuela con el fin de cedularse para votar a favor de El Comandante, a cambio, por supuesto, de los beneficios de nacionalización legal inmediata para conseguir empleos, educación y atención social. Pero no hablemos sólo de los colombianos, sino de la corrupción de la compañía de identidad venezolana, ahora conocida como SAIME, que ha pasado años cedulando extranjeros y dándoles decenas de identidades distintas en pro de sumar votos.

…El macabro voto asistido, los votos nulos, los centros electorales fantasmas en selvas y edificios de la Misión Vivienda, los cambios de circunscripciones electorales (que curiosamente terminó beneficiando a la oposición en las elecciones del 6 de diciembre de 2015), la compra de consciencias entre los diferente líderes políticos y sindicales, las máquinas electorales dañadas que entorpecen la voluntad de voto de las personas justamente en centros donde tradicionalmente ha perdido el chavismo, la manipulación de los resultados electorales durante los madrugonazos, la Guardia NAZIonal Bolivariana haciéndose la loca y aplaudiendo ante delitos electorales como las duplicaciones de votos y el amedrentamiento de los colectivos de ¡paz, paz, paz!…

 Y ahora la pregunta para concluir:

¿Se puede llamar «gran líder» a una persona que tuvo que defraudar, sobornar y chantajear para conseguir apoyos ciudadanos?

 

Por Nixon Piñango

Nixon Piñango

Nixon Piñango

Periodista y escribidor. Artista de vez en cuando pero no perroflauta. Liberal de verdad.

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