En estos días hablaba con un amigo español sobre lo peligroso que me parecía que Pablo Iglesias y su partido Podemos llegaran a la presidencia del gobierno de España, debido a que podía pasar lo mismo que pasó en Venezuela, y cuando digo lo mismo me refiero a lo que pasa en cualquier parte del mundo cuando un Estado interviene de forma coactiva y brutal, la libertad de los individuos.
Su respuesta me dejó atónito y preocupado: «España no es Venezuela».
Creo que eso fue lo mismo que dijeron los venezolanos cuando en 1998 una serie de políticos -corruptos por demás, lo comprendo- les dijeron que Chávez iba a convertir a Venezuela en Cuba.
—Venezuela no es Cuba —dijeron y fíjense… Un país que alguna vez fue la referencia para sus vecinos en Latinoamérica y un ejemplo de desarrollo y capitalización en el mundo entero, hoy, después de diecisiete años de chavismo, es uno de los lugares más empobrecidos sobre la faz de la tierra.
Y es que, por mucho que consideremos que el socialismo es un mal endémico de determinadas sociedades —como las perezosas civilizaciones caribeñas a las que no les gusta trabajar—, lo cierto es que puede y ha llegado a todos los rincones del planeta, sin distinción de climas, idiosincrasias, tradiciones, etc.
La Rusia de los zares, por ejemplo, fue el primer experimento de Socialismo del siglo XX. Hablamos de un país helado, con una riquísima historia cultural y una tradición imperial arraigada. Luego, le siguieron los experimentos del fascismo en el centro-sur de Europa, y la particularmente sangrienta China de Mao; China, nada más y nada menos que una de las sociedades más antiguas y culturalmente ricas que ha tenido la humanidad desde que el mundo es mundo.
Asimismo, pudimos escuchar la famosa consigna “panem et circenses”, que hacía alusión al asistencialismo de papá Estado durante la Era Romana, como también vemos hoy a los países nórdicos que mantienen a los mendigos a costa de los sangrantes impuestos que pagan sus ciudadanos.
Hay otros casos emblemáticos en el medio oriente, como las dictaduras comunista de Gadafi en Libia, de Hussein en Irak y de los al-Asad en Siria, además de los gobiernos despóticos y totalitarios del África Subsahariana, como el de Mugabe en Zimbabue, donde por demás estuvieron las famosas guerrillas revolucionarias de El Congo y Angola con el apoyo de soldados que combatieron en la Revolución Cubana, entre ellos el propio Ernesto “Che” Guevara.
Entonces, no podemos decir que el socialismo es una cuestión de blancos o negros, de cristianos o musulmanes, de países donde hace mucho calor o donde hace mucho frío, etc. El socialismo es una amenaza pública que debe ser tomada en serio aunque nazca en el Polo Norte o en el centro de la Tierra, pues en todos los lugares en los que ya se ha puesto en práctica, ha traído el mismo resultado: miseria.
Por Nixon Piñango