Venezuela está gobernada indudablemente por los peores y la mayoría de aquellos que se oponen y son vistos como una opción de cambio real, no son la propuesta más atractiva en términos ni ideológicos ni de meritocracia. La lucha narrativa de la política venezolana se desenvuelve en un mismo campo donde los socialistas del gobierno se esfuerzan por aparentar ser más socialistas que los de la oposición y viceversa en un insulto total a la inteligencia de todos.
En ese juego de poder donde los menos nobles hacen sus apuestas por convencer a la gente de que son seres de luz, sin intereses personales y que viven para servir, es que llegan a la administración pública los más ruines y cuando llegan se les apaga la luz, sale su codicia y viven para servirse de lo público. Es así, como el ciclo continua y genera frustración en los ciudadanos, que bien los socialistas saben capitalizar para mantenerse en el poder.
En nuestro país la cultura colectivista y paternalista que la “democracia” nos dejó, da como resultado que los saqueadores hagan que sus discursos sobre el altruismo y el derecho inexistente de que el Estado mantenga a los ciudadanos, se metan en los huesos de muchos y al no ver una propuesta antagónica, las persona o sucumben ante esa ilusión de falsos derechos o se abstienen a participar en la toma de decisiones.
Y es que vivimos como aquella frase de Rand donde “Se considera que un dictador es moral, dado que las inenarrables atrocidades que comete se llevan a cabo para beneficiar a la gente, no a sí mismo”. Y en esa sociedad es que nos hemos estado desenvolviendo, entre la rosca de unos y la macolla de todos, queriendo no ver, no oír y no hablar de libertad donde parece no haber una salida razonable.
Sin embargo, aquellos que son realmente antagónicos deben vencer sus prejuicios y entrar al juego de poder que les ofrece la política, en pocas palabras, lo liberales deben hacer política y eso es lo más moral que podrían hacer si realmente quieren un cambio que beneficiara a sí mismo en primer lugar, y luego a todos y desde sus espacios impulsar la transformación hacia una Venezuela Libre.
Es lamentable cómo unos -en un constructivismo insano- hablan de la defensa de la libertad acuartelándose en grupúsculos que en nombre de la inexistencia del gobierno reprochan las tendencias racionales de otros que realmente creen en la libertad y saben que los cambios no se decretan, se trabajan. Es una ilusión infantil hablar con arrogancia intelectual exponiendo que en un futuro lejano o cercano, los gobiernos no existirán y que viviremos en una sociedad de ángeles como esa tendencia constructivista de los anarcocapitalistas pretende exaltar. Ellos -de existir el infierno como en “La Divina Comedia”, expresa Dante Alighieri- estarían condenados al círculo de los hipócritas donde darían vueltas y vueltas en círculo con túnicas pesadas que casi no puedan cargar por la eternidad.
Nosotros, los hombres que defendemos la libertad, la propiedad y la vida, haciendo uso pleno de nuestra razón debemos generar esos cambios a una sociedad que ha sido hipnotizada por la miseria socialista y demostrar desde los hechos y la realidad que lo que lleva a una sociedad a su progreso es el libre mercado, que lo que lleva a una persona a la posibilidad de la búsqueda de su felicidad es la defensa a sus derechos individuales y lo que lleva a los ciudadanos a poder ser dueño de su vida y de la riqueza que crea para él y los que él decida darles es: vivir en una Republica Democrática Liberal.
¡Liberales a la Política! ¡Venezuela Nos Espera!
Por: Anderson Riverol | Foto: wallpaperforcompute.net