Decidir entre quedarse o irse del país en el que naciste, creciste y formaste tu vida no es fácil. Cuando la decisión se toma -por ejemplo- porque hay una mejor oportunidad de trabajo en otro país, el entusiasmo siempre prevalece sobre la tristeza porque sabes que -a pesar de que te estás yendo- siempre habrá la posibilidad de regresar y sería normal. Pero es muy diferente cuando sales de tu país por situaciones como las que vivimos actualmente en Venezuela, y en este caso se tienen solo dos opciones:
- Olvidarla, o
- Llevarla siempre contigo
Puede sonar muy «nacionalista» y quizás hasta visceral, pero en realidad se trata de un choque entre la razón y las emociones que es completamente individual. Y es que Venezuela es para cada quien una cosa distinta, ¿no es así?. Quienes salen de Venezuela y hablan de ella pueden estarse refiriendo a sus amigos, a su trabajo, a su familia o a las costumbres que aún practican. Es así como -estando en el exilio- olvidarse de Venezuela es viable para quienes no tienen familia, amigos ni nada que quieran de allá -cosa que no es reprochable en lo absoluto-, pero para quienes dejamos lo que más queríamos para huir y comenzar de cero, Venezuela es un sentimiento individualista: Venezuela soy yo mismo.
Es como si en el proceso de dejar Venezuela -huyendo de esta dictadura de izquierda- te hubiesen arrancado un pedazo, que puede tener la forma de tu papá, de tu mamá, de tus hermanos, etc. Es huir para comenzar de cero y a donde llegues no tienes más nada que a ti mismo, y todas tus batallas serán contra ese que será a veces tu mejor amigo o peor enemigo: tú mismo.
Gritarás, llorarás, seguramente te querrás regresar y sentirás odio por quienes han llevado tu tierra hacia un terreno de destrucción. Los vas a maldecir, luego te dirás que es innecesario, respirarás profundo y tratarás de mantenerte erguido para no perder la confianza en que sí puedes, porque ahora tienes más libertad y será un excelente reto para probar de qué estás hecho.
Olvidarse de Venezuela puede significar -para quienes nos fuimos- olvidarse de la familia. Eso hace que esta conexión sea individualista al 100% y hace imposible la idea olvidarse de Venezuela cuando a quienes dejaste allá son las personas que amas. No la dejaste porque «querías» sino porque «tenías» que hacerlo, antes que la bala de un desgraciado funcionario de la PNB, de la GNB, del SEBIN o cualquier malandro de mala muerte -pero con licencia para matar gracias a la impunidad- te atravesara el cráneo.
La dejaste porque definitivamente la única opción que hay para los venezolanos es: morir en manos de los peores ciudadanos que se han parido en esa tierra, o darte el gusto de no permitirles que te arruinen la vida; y la única alternativa para la segunda es huir.
Ahora bien, así como tienes la opción de olvidarla o de llevarla siempre contigo, también existen otras cosas qué hacer. Cuando tu salida de Venezuela es practicamente obligatoria, tendrás que decidir entre:
- Odiar a los culpables o,
- Enfrentarlos
Odiarlos será una pérdida de tiempo, que puedes usar más bien como combustible para enfrentar a los socialistas que hicieron esto. Y la mejor forma de materializar el rencor en estas circunstancias es: enfrentando a los delincuentes que secuestraron a todo un país.
No sé cómo la ves tú, que lees esto, pero yo lo diré desde mi perspectiva. Yo que tan solo soy un chamo, que no tengo responsabilidades más que conmigo mismo y no como muchos otros con hijos, y aún así me costó unos 4 años tomar la decisión. Yo que a tan solo 4 días de mi partida he visto a mi hermano menor con su esposa y su hijo hacer lo mismo pero kilómetros de distancia de mí, de nuestros padres, de nuestros otros hermanos y sobrinos, y no puedo evitar ponerme en los zapatos de todos los que salieron en condiciones similares. Por eso quiero decir:
Mi familia, amigos, recuerdos y todo lo que había construido se quedó en Venezuela, pero yo me traje algo también muy valioso: mis ideas. Y es con esas ideas que plasmo todas las semanas en esta revista como propósito de vida, en conjunto con otros redactores que sienten la misma pasión y compromiso por la libertad, que llevo al menos 7 años haciéndolo por mis propios medios, por las redes sociales y que sé muy bien lo que defiendo, seguiré enfrentando a Nicolás Maduro, a Diosdado Cabello, a Henrique Capriles y a todos los socialistas -PSUV y MUD- que le han hecho esto a Venezuela, no solo durante estos 16 años sino durante décadas.
Los nombro a ellos porque son los rostros y las voces que se apalancan en la ignorancia de cada venezolano, para mantener ese statu quo que es la política venezolana. Los nombro no tanto por su persona, porque en realidad son insignificantes; los nombro por sus ideas de izquierda, por su comunismo, su socialismo y su progresismo tan miserables y oportunistas. Los señalo para dejar claro que, aunque tengan dos colores distintos, en ideas son la misma cosa: unos socialistas saqueadores.
Que no crean que porque me obligaron a salir de Venezuela, ganaron. No señor, esto es un nuevo comienzo, y yo sigo con mi mirada puesta en una Venezuela libre, individualista, donde cada quien reconozca sus capacidades, las explote y tenga derecho a disfrutar del resultado. A donde vaya -yo y mis ideas- seguiré promoviendo el libre mercado y defendiendo los únicos derechos que tenemos cada uno de nosotros: mi vida, mi libertad y mi propiedad.
Tú también puedes hacer lo mismo.
¡Arriba la Venezuela Libertaria!
Por: José Miguel | Foto: lapatilla.com