Esta semana me pasaron por mensaje privado de Facebook un video del youtuber venezolano Ángel David Revilla, mejor conocido como Dross, en el cual él hacía un top siete de las ciudades más peligrosas del mundo, y en primer lugar colocaba a su natal Caracas, que también es mi natal Caracas, diciendo que -en general- Venezuela era un “Estado fallido” con respecto al tema de la delincuencia.
Discutí ese término, “Estado fallido”, con la persona que me envió el video: «En Venezuela no hay un Estado fallido —le dije—, todo lo contrario, hay uno de los Estados más exitosos que conozco».
La persona (no sé si decir “obviamente”) no entendió mi punto y tuve que explicárselo (no sé si decir “por supuesto”): Le comenté que si bien todos los gobiernos tienden a la totalización de la realidad en lugar de a la autocontención, los regímenes comunistas se exceden sobremanera en esto al intentar controlar todos los aspectos de la vida de la gente, y lo hacen a través de estrategias perversas, como cuando inoculan el “VPS” o “Virus de Polarización Social”, que hace que todo el mundo se odie entre sí, creando un círculo vicioso de venganzas que deviene -por ejemplo- en una delincuencia desbordada.
Todos los países comunistas que conocemos hoy y que han existido a lo largo de la historia, han terminado en carnicerías. Recordemos al maniático Pol Pot asesinando a sangre fría a 18.000 camboyanos (incluyendo niños), al enfermo de Mao Tse-Tung mandando a matar intelectuales para consolidar su poder ideológico sobre los chinos (sin contar que es responsable de la muerte de más de setenta millones de personas), al tirando de Fidel Castro esclavizando y torturando a homosexuales cubanos en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), a Kim Il-Sung condenando a sus súbditos a largos periodos de hambruna y al canibalismo, a Gadafi patrocinando al terrorismo fuera de Libia, a Stalin llenando sus bolsillos con el último soplo de riqueza que produjeron los ciudadanos soviéticos, y a Chávez, que tenía un poquito de todos los anteriores…
Venezuela ha llegado a su apocalipsis estatista, a ese punto en que el Estado se ha inmiscuido tanto en la vida de la gente que el resultado es apreciable en los centenares de litros de sangre que corren a diario a través de sus corriente fluviales, una escena bíblica como aquella ocurrida hace más de cinco mil años, cuando Dios convirtió las aguas del río Nilo en sangre. No por casualidad que el color que simboliza al comunismo (y por tanto al chavismo) es el rojo, el rojo sangre, que es el culto a la diabólica idea de gobernar sobre ruinas y cadáveres.
Por: Nixon Piñango | Foto: elcambur.com.ve