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1. ¿Qué permitiría la dolarización?
Una dolarización impediría al Gobierno financiar el gasto público vía emisión monetaria. La circulación de dinero en el país estaría atada a nuestras exportaciones y a posibles financiamientos externos: mientras más productiva sea la economía, más dinero habrá en circulación. Y al eliminar el riesgo de una devaluación, se reduciría el riesgo país y, por ende, la volatilidad macroeconómica.
La dolarización sería el fin de la inflación. Además, nuestra economía se integraría inmediatamente a los mercados internacionales, lo que podría atraer nuevas inversiones y brindar mayor dinamismo al país.
Una inflación de 68,5% en 2014 y una tasa superior al 100% prevista para 2015 hacen que una decisión que frenaría la inflación sea más atractiva que nunca. Sin embargo, la dolarización no se vende barata: es un proceso irreversible que requiere grandes sacrificios.
2. ¿Qué implicaría una dolarización?
Adoptar el dólar como moneda única en Venezuela implicaría llevar a cabo un proceso de reemplazo de todos los bolívares que circulan en nuestra economía por dólares. Al saber que en la economía venezolana hay 2,2 billones de bolívares, la pregunta clave sería a qué tipo de cambio se cambiarían todos esos bolívares dentro de la economía y cuáles serían las consecuencias.
Y, aunque los tres tipos de cambio oficiales en Venezuela varían significativamente entre ellos, dolarizar a cualquiera de estas tasas requeriría grandes sacrificios.
Cambiarlos todos al tipo de cambio oficial de BsF/US$ 6,30 requeriría disponer de US$ 353.000 millones líquidos, una cantidad que Venezuela no tiene ni tendrá en el corto ni en el mediano plazo. Si usáramos el tipo de cambio del Sicad de BsF/US$ 12, necesitaríamos US$ 185.000 millones, que tampoco tiene el país ni tendrá pronto. Por último, el tipo de cambio Simadi de BsF/US$ 197,9 requeriría de US$ 11.596 millones que Venezuela podría tener si liquidara el 65% de sus reservas internacionales.
Por último, sabiendo que Venezuela cuenta con US$17.930 millones en reservas internacionales y que en la economía circulan BsF 2,2 billones, esto le permitiría al país un proceso de dolarización a un tipo de cambio implícito de BsF/US$ 127,9. En otras palabras, el Banco Central tendría que dar US$1 por cada Bs. 127,9. Aunque este último tipo de cambio esta notablemente por debajo que la tasa Simadi y significativamente por debajo del dólar paralelo, aún hace falta perspectiva.
Una dolarización implica una tasa de cambio única, así que sería necesaria una devaluación para poder llevar a cabo el proceso. Y una devaluación sería devastadora, al saber cuál sería la tasa de cambio que hoy nuestras reservas nos permitirían (Bs/US$ 127,9).
Dolarizar hoy implicaría un salario mínimo de US$ 52,7 mensuales, el más bajo de Suramérica y el segundo más bajo de Latinoamérica, después de Cuba. Si bien las tasas de cambio del Sicad o Cencoex permitirían al país tener el mejor salario mínimo de la región, las reservas internacionales actuales no permitirían llevar un proceso de dolarización a esos tipos de cambio.
Llevar a cabo un proceso de dolarización en Venezuela, con las circunstancias actuales, implicaría un ajuste de precios en una economía desequilibrada. Esto afectaría inmensamente el bienestar de una sociedad que pasó de la bonanza petrolera más larga y onerosa de nuestra historia a una economía pobre.
Con las reservas de hoy, Venezuela dolarizada pasaría de ser la quinta economía de Latinoamérica a ser la vigésimo segunda.
3. ¿Dolarizar o no dolarizar?
Con las reservas en los niveles más bajos desde 2003 (y mermados los ingresos en divisas por la caída de los precios del petróleo), dolarizar sería una decisión demasiado costosa.
Para hacerla viable, esta medida requería del ahorro durante varios años de los ingresos en divisas. Y para ello haría falta consenso nacional, así como un mínimo conjunto de reglas que restrinjan el uso de la renta petrolera por parte del Ejecutivo Nacional. Y esto requeriría un cambio amplio en el marco regulatorio, algo que demandaría un mínimo de separación de poderes.
Sin embargo, el problema inflacionario estaría a un paso de resolverse sin la dolarización si se lograra alcanzar una mínima separación de poderes y un marco regulatorio que establezca reglas fiscales claras. Esto le permitiría al país contar con herramientas de política monetaria vitales para una economía que hoy depende únicamente del sector petrolero como fuente de divisas.
Por: Daniel Raguá | Foto: cuentasclarasdigital.com