Dedicado a L y en clave de G
No me voy a cansar de decírtelo cuantas veces sea necesario: no importa que tan nobles y valientes parezcan, por muy buenos que sean y muy bien que se vendan los políticos no son tus amigos. Ha llegado el momento de que te replantees tu situación. No porque se vistan bien, hablen como tú, abracen a tu mamá, organicen una marcha, hablen bonito, se paren firmes o se dejen meter presos; hace que sus ideas te vayan a beneficiar. Deja de votar por nombres, sigue ideas, proyectos de gobierno, y cuidado con eso, busca proyectos que incentiven la libertad y el libre mercado, no proyectos faraónicos de gasto.
Déjame recapitular las cosas que ya hemos conversado:
La última vez que conversamos te comenté que iba a compartir algunas ideas contigo acerca de cómo refundar la REPÚBLICA. Pequeños cambios que no necesariamente deben implementarse en el orden en que te los presento, pero que son necesarios.
Recuerda que antes de los cambios de forma, debemos enfocarnos en cambios de fondo. Tenemos que rechazar las taras culturales de nuestra sociedad Latino-Católica. Aprendamos a valorar a los hombres por sus logros y a premiar su esfuerzo. Desarraiguemos esa mala costumbre que nos hace creer merecedores de lo que no hemos producido, que nos hace creyentes del deber en la caridad ajena y no en el esfuerzo personal.
Ya hablamos de quitarles el poder a los políticos y devolvértelo a ti; de eliminar la capacidad de los gobiernos para controlar la circulación de moneda extranjera con controles de cambio, así como también su capacidad de imprimir dinero para pagar sus deudas a tus cuestas. Con respecto a lo último te presenté 2 ideas, una de la cual has escuchado ya, dolarizar la economía; y la segunda, una que a mi parecer es más sensata, volver al patrón oro. Muy probablemente, en mi siguiente artículo, intentare extender un poco más sobre el patrón oro y como funciona pero por ahora, vamos a discutir algunos otros asuntos.
Tenemos que sentarnos a pensar qué cosas realmente nos benefician y cuales pertenecen a esa mitología que nos han metido en la cabeza por muchos años. Aquellas mentiras que nos forzaron a creer a todos desde que éramos unos carajitos en el colegio. Que si «tu país es el mejor del mundo», que si «somos un país rico pero esa riqueza está mal distribuida», que «el gobierno debe manejar ciertas empresas para protegernos»; y la peor mentira de todas: que los políticos nos quieren ayudar a protegernos.
Esa gran mentira
Esa gran mentira que nos han hecho creer desde pequeños, que el gobierno estará siempre allí para protegernos, y que si no lo hace es porque los hombres que están en él no son buenos. Lo cierto mi estimado es que la naturaleza del gobierno nunca será buena y siempre tenderá a corromperse. El gobierno es un componente organizado de la sociedad que se hace con el monopolio de la violencia y que solo funciona dependiendo de la voluntad de los hombres que lo manejan.
Pero es imposible garantizar que esos hombres sean siempre dignos Republicanos que pretendan mantener un Gobierno Limitado y respetuoso de los Derechos Individuales. Lo que es peor, muchas veces los hombres -por muy buenos que sean- se terminan corrompiendo, y no solo los que gobiernan, también los gobernados quienes terminan pidiendo que el gobierno les quite libertades a cambio de limosnas.
Y bajo esa gran mentira de «buenas gentes» nos han vendido la idea de que ellos son los más adecuados para administrar empresas de cualquier tipo, Y así terminamos con políticos manejando petroleras, mineras, acereras, azucareras, empresas de lácteos, cementeras y demás, bajo el criterio de lo que es lo más conveniente políticamente para su partido. Usando esas empresas como caja chica de sus partidos, repartiendo cargos para hacer favores y regalando dinero a una población sinvergüenza y complaciente (porque eso somos).
Esas empresas terminan quebradas o sus cuentas terminan siendo pagadas por la parte de la sociedad que aun es productiva. Y si no queda nadie productivo, pues los POPULISTAS se endeudan en el extranjero para mantenerlas operativas y usarlas como excusa para poder hacerse con los recursos a costillas del país.
La única solución viable es acabar con esas cajas chicas y vender las empresas o entregar su propiedad en acciones a los habitantes del país. Que cada ciudadano se haga con parte de la propiedad de esas empresas y asuma su responsabilidad como propietario; que esas empresas se sometan a un mercado competitivo, enteramente abierto y que si sobreviven, los dividendos vayan directamente a sus accionistas. Que los ciudadanos sientan en carne propia la necesidad de la eficiencia empresarial y de la propiedad privada de las empresas. Que se les haga propietarios a cada uno de ellos y además responsables absolutos de esas empresas. Que se beneficien de las ganancias pero que también sufran las pérdidas, para que valoren el esfuerzo.
Además de esto, que al Estado le quede prohibido expropiar y administrar empresas o cualquier otro tipo de propiedad.
El día que esto pase, le habremos cortado otra salida al POPULISMO para dominar la sociedad y habremos sembrado las raíces para una REPÚBLICA sana, pero cuyo gobierno siempre deberemos vigilar.
PD: si cambias la palabra POPULISMO por Socialismo el escrito conserva el mismo sentido.
Por: Julio Pieraldi | Foto: minci.gob.ve