La izquierda se ha caracterizado por «vender» o introducir eslóganes que enganchan rápidamente con descontentos momentáneos de la ciudadanía. Es una clara habilidad de la izquierda. Lo peligroso de esos eslóganes es todo lo que hay de tras de ellos.
La Asamblea Constituyente no es una idea propia de la izquierda chilena. Es cosa de ver los países en Latinoamérica que han estado detrás de estos procesos. Ecuador, Bolivia, Venezuela son algunos de ellos y tienen como denominador común que son países muy ricos en recursos naturales, pero que tienen sometidos a sus pueblos en una pobreza desmedida. Entonces, uno se puede preguntar: ¿y qué pasó con el proceso de convocatoria para una Asamblea Constituyente en esos países? ¿Solucionó algunos de los problemas estructurales que tenían y que las izquierdas de esos países usaron como excusas para modificar sus respectivas constituciones? La respuesta es evidente.
Esos países siguen igual o más pobres, pero ahora, producto de sus reformas constitucionales, con los gobiernos que llevaron esos proyectos «refundacionales de sus países» apernados en el poder. De este modo, a los únicos que les sirvieron estas reformas constitucionales fueron a los que estaban gobernando para perpetuarse en el poder. Pero el eslogan les sirvió, lograron hacerle creer a la ciudadanía que todos sus problemas venían producto de una constitución que había que cambiar.
El gobierno anterior dirigió este país con la misma constitución con la que está gobernando hoy la Nueva Mayoría. Sin embargo, el gobierno del Presidente Piñera logró hacer crecer nuestra economía a un promedio superior del 5% -actualmente crecemos a un 2%-, logró crear un millón de nuevos empleos -hoy el desempleo aumenta en el país-, logró que en los ranking mundiales y nacionales la educación de nuestros niños y jóvenes mejorara significativamente -hoy estamos retrocediendo-, etc. Pero la izquierda no puede ir contra su naturaleza.
En vez de asumir con responsabilidad que desde el gobierno no se están haciendo bien las cosas, enfrenta estos problemas con populismo, justificando sus errores y -en este caso- echándole la culpa a nuestra carta fundamental y usando -a la vez- como un volador de luces para distraer a la opinión pública, el eslogan de la necesidad de tener que realizar una gran Asamblea Constituyente. Esperamos que los sectores más moderados del nuevo gabinete de la Presidente Bachelet primen por sobre los más radicales de izquierda y frenen el vértigo refundacional.
Por: Ivan Moreira | Foto: