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Cuando pensamos en la palabra “egoísmo”, la primera imagen que se nos viene a la cabeza es la de un sanguinario que, para lograr sus objetivos personales, no conoce otra forma sino pasarle por encima a los demás y no interesarse por ningún otro ser viviente. ¿Has cuestionado alguna vez esta definición?

Egoísmo es sinónimo de maldad, al menos eso nos han enseñado. Pero la definición literal de esta palabra no es más que “la preocupación por los intereses personales”. ¿Preocuparse por uno mismo es malo? Si esto tuviese algo de lógica, entonces querer estar sano y vivo podría ser considerado un acto propio de un malvado.

Pero, suponiendo que ser egoísta es realmente malo, ¿qué otra opción te queda para vivir? La contraparte: el altruismo. Si eres masoquista, sin duda que sentirás atracción hacia esta filosofía de vida que declara explícitamente que cualquier acción que realices en beneficio propio es mala, pero si lo haces en beneficio de los demás es buena.

Este tipo de filosofía aplaude el sacrificio personal, o lo que es lo mismo, la esclavitud. Su patrón para decidir si tus acciones “son morales o no”, “correctas o no”, se fundamenta en el principio de “qué tanto estás dispuesto a dejar de disfrutar de tu vida, para que otro disfrute de la de él”. ¿Puede ser eso sano e inteligente?

Durante siglos, los intelectuales altruistas han construido esta imagen del “egoísmo es perversidad” para que asumas como propia la filosofía que ellos promueven. ¿La razón? No tienen argumentos racionales que justifiquen el altruismo como filosofía de vida correcta.

Solo puede haber detrás de sus intenciones, una oscura maldad que tiene por objeto la imposición de una idea que, con argumentos lógicos nadie aceptaría. Por eso, han apelado al misticismo declarando tonterías como “no entrarás al reino de los cielos si no piensas en el prójimo” o “no serás perdonado si tus acciones no son desinteresadas”.

Ellos, los altruistas, apelan a tus miedos para manipularte y que así asumas su filosofía por imposición y terror. Nosotros en cambio, los defensores del egoísmo racional, apelamos a tu coraje, a tu deseo de vivir plenamente; a tu naturaleza que te pide a gritos que vivas por ti, para ti y para aquellos que tú voluntariamente decidas.

Ser egoísta es querer lo mejor para ti, es mantener en completa integridad tu autoestima, entendiendo que solo puedes alcanzar tus metas personales por tus propios medios o con la ayuda voluntaria de alguien más, pero jamás, pisoteando a otros.

¿Qué decides?

Por: José Miguel  |  Foto: Matt Hill