Es improbable que algún venezolano no se encuentre sometido a un constante azote de propaganda oficial. Cada día nos enfrentamos a esa realidad fantástica creada por un régimen armado de excusas, cuyas cabezas entienden muy bien el rol que juegan las visiones de mundo en la forma como los individuos entienden la realidad. Pero no son ellos los únicos responsables de su notorio éxito en el manejo de la opinión pública a pesar de la crisis actual, sino que en buena parte es una cosecha de más de medio siglo de cultura colectivista sembrada en el país por los más diversos factores, cuyas bases son aprovechadas por la élite gobernante para construir una red de fábulas convenientes.
Venezuela vive hoy en día una grave crisis política, económica y social. Es una realidad innegable, pues basta con salir y percibirla en sus calles. Es evidente el clima de represión imperante, con una férrea campaña para criminalizar la protesta y censurar las ideas inconvenientes, siendo ajustadas las líneas editoriales de varios medios de comunicación para incomodar menos al régimen. La delincuencia acaba con la vida de cientos de personas cada mes. En los hospitales y farmacias faltan medicinas y equipos médicos. En los mercados faltan varios alimentos, productos de higiene personal y de limpieza, entre otros.
Teniendo en cuenta esta realidad tan cruda y lo inconveniente que resultaría no reconocerla, el régimen se las ha arreglado para encontrar un enemigo como culpable de todos estos problemas. A través de fuertes campañas de propaganda y de censura, impone una versión oficial en donde la derecha, el imperio y el fascismo son los responsables de saboteos, asesinatos y guerras económicas que pretenden desestabilizar a la revolución socialista e imponer los más crueles mecanismos de explotación del hombre por el hombre.
Este mensaje, repetido hasta el cansancio a través de todos los medios de comunicación posibles, es compatible con una cultura colectivista que ha sido sembrada en el país a través de las universidades, los sindicatos y los intelectuales socialistas por mucho más de 15 años. Ellos han difundido el populismo, la lucha de clases y el resentimiento social como medios para llegar al poder, atacando a las instituciones liberales para imponer mayores regulaciones a la economía con el supuesto fin de reivindicar a la clase obrera y asegurar el bienestar nacional.
Lo que hoy vivimos no es más que la profundización de estas ideas en su aplicación práctica. Y esto no es de asombrar, pues las personas con un nivel mínimo de conocimiento histórico saben que el modelo socialista produjo consecuencias muy similares en el siglo XX en todos los países en donde se instauró. La dominación a través de la represión militar, la propaganda y la censura; la pobreza, la escasez de bienes y la descomposición social fueron lugares comunes en todos estos países, en radical contraposición a aquellos que siguieron un modelo ajustado al Estado de Derecho con instituciones respetuosas de la propiedad privada y favorables al libre mercado.
Este año se celebra el 25avo aniversario de la caída del Muro de Berlín, símbolo del colapso mundial del modelo socialista y la victoria de las sociedades libres. Es increíble que en Venezuela sigamos negando estos hechos tan relevantes de la historia reciente, con una ignorancia casi inocente similar a la ilustrada en la famosa película alemana Good Bye, Lenin!
Finalmente, resulta esencial no dejar de llamar a las cosas por su nombre, para así poder atacar a los problemas con verdadera eficacia. Esto es socialismo. Que nadie lo siga negando.
Por: Nelson Carreras G. | Foto: Matthew Hurst