El 28 de abril de 2025 hubo un apagón eléctrico en España y otras regiones de Europa, que dejó a millones de personas sin energía por aproximadamente diez horas. Las causas del corte siguen bajo investigación, pero la noticia se hizo viral en todo el mundo.
En la oficina en la que trabajo, mis compañeros conversaban sobre el tema y me senté a hablarlo con dos de ellos: uno estadounidense y el otro austriaco. Les conté que, cuando vivía en Venezuela antes de 2015, los apagones programados eran parte del día a día… y lo siguen siendo. Recuerdo que —desde 2009— Venezuela no tiene un suministro eléctrico confiable, y que todo forma parte de un plan de tortura masiva iniciado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro.
Venezuela experimenta estos apagones desde 2009, y trataba de explicarle a mis dos compañeros de trabajo lo que eso significa, pero ninguno pudo comprender objetivamente lo que vivimos los venezolanos en ese aspecto. Para la mente de quienes han vivido en el mundo desarrollado, la idea de no tener energía eléctrica entre 6 y 12 horas al día, durante más de 14 años, simplemente no es procesable.
Les dije que siempre he estado completamente convencido de que no se trata de negligencia ni de un problema estrictamente técnico. Los socialistas en Venezuela utilizan de forma masiva el mismo sistema de tortura que el SEBIN aplica a los disidentes en El Helicoide.
La imagen de arriba es una representación digital basada en los relatos de personas que fueron torturadas en El Helicoide y vivieron para contarlo. Lo que ocurre dentro de esa estructura de concreto llamada El Helicoide es casi un misterio que solo conocen los oficiales del régimen y su equipo de torturadores.
Sin embargo, lo que sucede a nivel social y de forma masiva en Venezuela —los apagones, el terrorismo digital por parte del régimen, las persecuciones y la represión— nos da una muy buena idea de lo que ocurre dentro de ese centro de tortura.
Para las nuevas generaciones en Venezuela, no tener energía eléctrica es normal. Y cuando algo se considera normal, no se pelea, no se discute, no se cuestiona; simplemente se acepta y se aprende a vivir con ello. Para los adultos, es ese momento del día en el que “no hay nada que hacer” y “somos víctimas, no tenemos control sobre nuestra situación”.
Es imposible que una sociedad que necesita del consumo eléctrico para producir y vivir con tranquilidad pueda desarrollarse bajo una represión masiva como la que Chávez instauró —y que Diosdado y Maduro continúan— a través del sistema eléctrico nacional, con tanto placer como maldad.
Desde 2009, el régimen ha tenido al menos nueve ministros de Energía Eléctrica. Cuatro de ellos han sido militares, pero todos han sido militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela, la principal institución política comunista del país, a la que bien podríamos llamar los artífices de la desgracia que Venezuela ha vivido desde 1998.
Todos estos ministros han sabido muy bien que su rol no es resolver el problema eléctrico en Venezuela, sino prolongarlo, para que el régimen pueda seguir utilizándolo como herramienta de tortura social: destruyendo la capacidad productiva del país, desmoralizando a los ciudadanos y dando luz verde al crimen común y a los organismos represivos para que lo utilicen como instrumento de persecución contra todo aquel que no comparta los ideales chavistas.
Termino con esto: