La única forma que el gobierno tiene para «justificar» su existencia es a través de problemas. Si hay problemas, «necesitamos al gobierno», pero ¿Si no hay problemas? El gobierno los inventa.
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Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
Cada nueva ley, política, ordenanza o cualquier forma que el gobierno encuentra para hablar de «un problema» y regular, legislar o controlar en base a ese problema, no es más que la forma en la que el gobierno convence a la gente de que este «es necesario» y así prolongar su existencia.
En Twitter escribí:
Si una persona dice que «el gobierno existe para resolver problemas», esa persona es una potencial amenaza para nuestra libertad.
Si -en cambio- dice que «el gobierno existe para proteger nuestros derechos y nada más», esa persona conoce la base fundacional del gobierno.
— Jose Miguel (@JoseMiguel_PG) June 11, 2022
Son muchos los ejemplos que existen de cómo el gobierno ha crecido en tamaño e intervención, gracias al brillante trabajo que hacen de convencernos de que «solo ellos pueden resolver ciertos problemas».
El sistema de salud, el educativo y la seguridad nacional, son los temas más populares cuando se habla de la supuesta «necesidad de un gobierno», porque han magnificado estos tres a tal punto que la gente termina creyendo que no hay forma de tenerlos sin el gobierno, o que no pueden ser resueltos de manera local y focalizada.
La estrategia del gobierno para convencernos de la «necesidad de su existencia» es: «Solo yo puedo resolver ciertos problemas».
El gobierno agarra problemas cruciales de la vida en sociedad y los magnifica para que parezcan imposibles de solucionar, a menos que este intervenga.
— Jose Miguel (@JoseMiguel_PG) June 11, 2022
Mientras el gobierno más mete sus narices, más son los controles, restricciones y robo de libertades de los que somos objeto constantemente por parte de esta institución, que crece constantemente, mientras trata de evitar que otros lo hagan.
¿Qué hace el gobierno cuando encuentra resistencia a sus intenciones de restringir y controlar? Comienza una campaña que se ejecuta de manera gradual pero progresiva, en la que la gente empieza a aceptar poco a poco grandes regulaciones que vienen en paquetes pequeños, pero constantes.
Cuando un gobierno quiere implementar una regulación o control importante, crea un paquete absurdamente interventor.
Sectores organizados de la sociedad muestran resistencia a todo el paquete, así que el gobierno empieza a «negociar» uno por uno, hasta que lo mete todo.
— Jose Miguel (@JoseMiguel_PG) June 11, 2022
Veamos esto con ejemplos recientes, como el libre porte de armas. Es todo un tema en Estados Unidos, porque la gente está siendo convencida desde los medios de comunicación que «la violencia con armas de fuego en el país es un gran problema».
Una secta política anti-segunda enmienda, financia estas matrices de opinión que aterrorizan a la gente, a pesar de que en la realidad, casi cualquier país de Latinoamérica -con control de armas- es mucho más violento que Estados Unidos.
Caso de la vida real:
Un ala del gobierno quiere restringir el libre porte de armas en EE.UU. ¿Estrategia?
Aterrorizan a la gente. La convencen de que el problema «es masivo». Proponen controles absurdos. No los aprueban. Negocian cambios «pequeños» y la gente empieza a ceder.
— Jose Miguel (@JoseMiguel_PG) June 11, 2022
Siempre inician la propuesta con un paquete «all-in», en el que está todo lo que quieren hacer: que menos personas puedan tenerlas, que sea imposible comprarlas, que de ser posible sean totalmente prohibidas; así es el paquete inicial.
Cuando consiguen resistencia, empiezan con cambios «graduales», pero progresivos, para que la gente los acepte creyendo que «no alteran el derecho en su conjunto» y -de paso- creen que «es lo racional de hacer».
Por ejemplo:
Puede que tenga sentido incrementar la edad para adquirir un arma, porque un chamo de 18 años hoy día no tiene la misma madurez y responsabilidades de uno de 18 años en 1920.
El problema con eso es que, aceptamos esos «pequeños cambios» y el gobierno sigue impulsando otros.
— Jose Miguel (@JoseMiguel_PG) June 11, 2022
Cuando nos damos cuenta, de 18 años cambiaron la edad para 21, lo que quiere decir que hay que esperar 3 años más para tener derecho a la legítima defensa. Aceptamos ese cambio y el gobierno viene con otro: aumentemos los controles del chequeo de antecedentes.
Unos años después, 21 años «ya no son suficientes», «subámoslo a 25» grita el gobierno y en un abrir y cerrar de ojos, el libre porte de armas ha sido derogado y con él, el derecho a la legítima defensa.
Cierro con esto:
No hay que ser «inocentes» para creer en las «buenas intenciones del gobierno», lo que hay que ser es tontos.
La función original del gobierno es que «debe ser limitado y para proteger derechos, NO PARA RESTRINGIRLOS». ¿Cualquier otra intención? ¡Hay que oponerse!
Grábense eso.
— Jose Miguel (@JoseMiguel_PG) June 11, 2022