¿Prefieres escuchar este artículo? Lo hemos grabado aquí:
“Todo aquello que el hombre ignora, no existe para él. Por eso el universo de cada uno se resume al tamaño de su saber”.
– Albert Einstein
Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
Desde pequeños somos persuadidos por un sistema que nos exige responder a su manera, no solo de forma consciente sino también pareciese que se constituye como una condición inherente en la naturalidad del ser humano, y es que sin querer nuestro comportamiento, lenguaje y hasta modo de pensar se ve influenciado por el sistema de creencias del que cada uno ha sido afectado, siendo la imitación la cualidad más poderosa, absorbente y natural que el hombre ha adoptado para el desarrollo de su vida. Así que sí, desde que nacemos somos bombardeados por una doctrina mal educada e improvisada sustentada en un historial difícil de procesar, del cual no existe una línea obvia y oculta por la que debemos de andar. Dicho esto, se da a entender que todos vivimos la realidad de forma diferente, y al hacerlo estamos construyendo sobre ideas manipuladas en la forma de ver la vida y el mundo.
El pensamiento crítico tiene que ser de las principales habilidades más íntegras que todo ser humano debe concebir de carácter innato, ser capaces de utilizar el pensamiento nos dará el poder de tomar decisiones propias respecto a lo que se considere verdadero o falso, aceptable o inaceptable, y de esta manera se aislaría al sistema que nos ha corrompido el sentido de pertinencia, y construiríamos sobre ideas más responsables que darían una representación más propia al hombre en la sociedad.
Para emitir una crítica aprobada se debe partir de un conocimiento contextualizado al tema, de lo contrario la validez de la diatriba sería un vacío o burla fácil de descartar, cediendo ventaja a la manipulación del conocimiento y la verdad. El programador y hacktivista de Internet Aaron Swartz en su “Manifiesto por la Guerrilla del Acceso Abierto” que le valió la vida, afirmó en sus primeras líneas «La información es poder. Pero como con todo poder, hay quienes lo quieren mantener para sí mismos».
Se dice que un conocimiento es verdadero cuando expresa las cosas tal como son en la realidad. Por tanto, la verdad no puede ser objeto de manipulación, no depende de los gustos o intereses: las cosas son como son, y nuestro conocimiento sólo es verdadero si se ajusta a la realidad. La verdad también está definida como la “fidelización a una idea”, y es un hecho que el actual sistema ha normalizado atributos y cualidades a favor de un orden que corrompe la cultura y moral humana, haciendo sentir al hombre quizás culpable o hasta merecedor de castigos por el hecho de enfrentarse a esa falsa verdad.
El sistema político, económico y social que nos ha regido durante siglos, en definitiva ha sido uno de los principales oponentes de la libertad.
Entonces, ¿Este es el verdadero enemigo del libertario?
Pues no, tal vez el entorno, la cultura, la educación y hasta la genética, es una influencia inevitable de la que cada uno ha sido afectado, pero desprogramarnos o por lo menos debilitar su dominio es 100% posible. Sin embargo, ¿Por qué no se ha logrado acentuar bases permanentes, inquebrantables e inamovibles a lo largo de la historia libertaria? Pues las élites que dominan el actual sistema conocen el verdadero poder de la información, saben que esta brinda conocimientos que les ofrecerá a la sociedad la oportunidad de adquirir un pensamiento crítico, por lo que les ocasionaría la pérdida del control que actualmente generan, en pocas palabras, censuran la información para evitar la libertad del hombre.
Además, debido a la inmensidad del espacio de internet ejercer el control total es imposible, la censura no solo es su arma de guerra, también tienen que recurrir a la desinformación y noticias falsas para no solo desviar el conocimiento a su falsa verdad, sino también para sembrar ideas de su sistema.
Entonces, ¿El verdadero enemigo del libertario son las élites que manipulan la información?
Pues no, ya sabemos la gran importancia de la información y el poder que se genera con ella. Sin embargo, afortunadamente se estima que en la actualidad cerca del 60% de la población mundial tiene acceso a la red, una cifra bastante significativa, por lo que se debería tener mayor responsabilidad a la hora buscar información y así adquirir una educación más objetiva.
El asunto es que la experiencia no ha sido transferible, el liderazgo de las generaciones pasadas quizás alcanzaron logros que posicionaron a las ideas de libertad más cerca de una insurrección social, pero bastante silenciosa. Es como si no se llegaron a poner de acuerdo en pasar el testigo, es como mirar atrás y no ver el “sacrificio” y si es que lo hubo de nuestros antecesores, además se tiene una historia parcialmente conocida y poca congruente, y esto en definitiva nos hace replantear si los principios que se dicen profesar están bien fundamentados. Ciertamente la experiencia que se vive en primera persona es el mejor aprendizaje que se puede tener, pero es importante conocer ese pasado para entender el presente que vivimos y construir nuestro futuro.
Entonces, ¿El verdadero enemigo del libertario es la generación que no pasó el testigo?
Pues no, ya conocemos la importancia de la historia y los recursos que esta nos brinda, y aunque evidentemente es muy difícil avanzar sin tener un claro ejemplo de cómo hacer las cosas, lo que sí se tiene claro es que la actual generación es la protagonista del ejemplo del mañana. Debemos comenzar a predicar con el ejemplo y aunque esta sea una frase muy trillada, es un trillo que no se ha hecho verdad.
El sistema de creencia con el que cada uno ha sido influenciado, las falsas verdades de las que todos fuimos bombardeados y hasta las faltas de nuestros propios compañeros ideológicos de la generación pasada, quizás sean culpables de nuestro estado actual. Pero el real enemigo del libertario ha sido la irreverencia a sus propios principios y valores, es imposible combatir al sistema cuando ni siquiera se tiene la paciencia de establecer objetivos internos, planificados con una tendencia proyectada a un futuro inmediato, esto es un asunto que requiere tiempo y de la que el sistema lleva ventaja.
El real enemigo del libertario ha sido la incapacidad de mantener el orden de las ideas, consumiendo cualquier tipo de información sin tener una búsqueda organizada y responsable de la misma. Pero entonces, ¿esto no serían debilidades en vez de llamarlo enemigo? Pues quizás, sin embargo si mi debilidad ha trascendido generaciones, es tiempo de no minimizar su condición y tacharlo de enemigo, puesto que ha sido la real oposición al cumplimiento de nuestros objetivos.
Si queremos conquistar el poder de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera, tenemos que empezar por nosotros mismos, debemos cultivar hábitos que estimulen la disciplina, constancia y sobre todo la integridad de nuestra ideología.