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En el artículo anterior hablamos un poco de cómo se ha manejado la pandemia y cómo los gobiernos se han excedido violando la libertad y nuestros derechos fundamentales.
Todos han seguido las mismas directrices, y sabemos bien que en la política no existe la casualidad. Armar el rompecabezas no es tarea sencilla. Son muchos los actores, instituciones y hasta grandes corporaciones implicadas en este ambicioso proyecto post pandemia: el gran reinicio.
El Gran Reinicio es el estandarte del Foro de Davos.
Es la integración y el aporte de las élites financieras a la agenda 2030 de la ONU. Pero, ¿Qué objetivos tiene el foro económico mundial? En palabras de Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial: «La pandemia representa una oportunidad, inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo y forjar un futuro más sano, más equitativo y más próspero.» Para los incautos estas palabras pueden ser inspiradoras. Pero la historia ha demostrado que siempre que cualquier ente ha intentado reconstruir una sociedad de arriba hacia abajo -o de abajo hacia arriba-, lo ha hecho de forma arbitraria, autoritaria y genocida.
Para averiguar qué valores maneja el foro de Davos hay que echarle un vistazo a su contenido oficial. Terrible. Y es que lo que se respira en su línea editorial es su verdadera esencia: una organización profundamente marxista.
El foro de Davos
Por ejemplo, en uno de sus artículos se habla de cómo la riqueza es la culpable de todos los males del mundo y cómo el gran reinicio del capitalismo es la solución. En otro de sus artículos exige más sacrificios a la humanidad en nombre de su personalísimo -pero autoritario- proyecto ambientalista, donde se hace énfasis en “la elaboración de un nuevo contrato social” y en aumentar el gasto público. Huele a izquierda por todos lados.
Pero lo más esclarecedor y oscuro a la vez que presenta el Foro Económico Mundial son sus 8 predicciones -mejor llamados objetivos- para el año 2030. Solo haré mención de cinco de estas predicciones.
“No tendrás nada, y serás feliz”
El hombre nuevo desprovisto de todo interés. Algo que ha buscado el comunismo desde sus mismísimos orígenes. Y mientras las élites financieras nos dicen que no necesitamos tener nada para ser felices, ellos siguen amasando capitales y fortunas.
Un ejemplo de esto es -el mal llamado filántropo- Bill Gates quien ha estado invirtiendo fuertemente y se ha convertido en la persona con más tierras agrícolas en Estados Unidos. Son 98.000 hectáreas. Casi el tamaño de la Isla de Margarita, en Venezuela. El cinismo de estos activistas no tiene límites. Te dicen que no tendrás nada, porque ellos lo tendrán todo.
En ese futuro orwelliano todos seremos iguales, pero unos seremos más iguales que otros.
“Estados Unidos dejará de ser la potencia mundial”.
Estados Unidos ha sido el representante por excelencia de la civilización occidental: capitalismo, individualismo, familia, Dios, trabajo duro, porte de armas y amor por la libertad. Su caída representa la caída de todo el hemisferio occidental. Trump era un obstáculo y por ende urgía quitarlo de en medio a cualquier precio. Mientras que Biden es el agente ideal, el escogido para completar el objetivo.
“Comerás mucho menos carne” por el bien del medio ambiente y de nuestra salud.
La agenda ambientalista y vegana ya lo decidió. El anteriormente mencionado Bill Gates recomendó apenas hace unos meses que los países ricos deberían consumir carne 100% sintética. Ah, el medio ambiente, la nueva víctima sin rostro de la plaga humana. Esta matriz de opinión es con la que se viene programando a las masas desde hace algún tiempo. Entonces todo lo que haga la malvada humanidad está mal, como el simple y natural hecho de producir ganado para nuestra propia alimentación, porque estas vaquitas contaminan con metano el aire que respiran las élites.
Impuestos a quienes contaminen, el dióxido de carbono tendrá un precio global.
No solo las grandes empresas se verán afectadas por estas medidas ecosocialistas sino cualquier individuo que trabaje “contaminando”, por ejemplo, con un automóvil de taxista. Esto ya está en discusiones serias en Europa. Todo para no seguir arruinando la vida y sueños de una niña europea proveniente de un país rico y muy bien financiada.
“Los valores occidentales serán probados hasta su punto de quiebre”.
Hagamos una reflexión acá. Cuando hablamos de valores occidentales ¿No les viene a la mente la palabra libertad? Libertad de expresión, libertad de producir, libertad de decidir, libertad de creer. Pues todos estos valores ya están siendo probados para ver hasta qué punto somos dóciles, hasta qué punto estamos dispuestos a ceder al mal.
Eso es la plandemia y el gran reseteo. La forma de probar hasta qué punto estamos dispuestos los seres humanos a renunciar a nuestra humanidad. De renunciar a nuestro cuerpo y dejar que ellos nos impongan un bozal, o dos. De renunciar a nuestros proyectos porque no somos esenciales para la vida, según su criterio. De renunciar a nuestra familia y distanciarnos de ellos para protegerlos. De renunciar a la libertad por la seguridad.
¿Estamos dispuestos realmente a ser utilizados de esta manera, a vivir según el proyecto de un puñado de ególatras? Si no somos capaces de rebelarnos, de resistir y desobedecer al sistema estaríamos ante un panorama distópico que se describe muy bien en 1984: «Si quiere una imagen del futuro, imagine una bota pisando un rostro humano».